
El actor y activista, tenía 89 años cuando falleció mientras dormía, en su domicilio en Provo, Utah. La estrella de cine convertida en director, Robert Redford, ganador de un Óscar, hizo películas exitosas que ayudaron a Estados Unidos a entenderse a sí misma como nación. También fue portavoz de causas ecologistas y promovió el cine independiente a través del Festival de Sundance. Sin dudas, su legado será imborrable en la cultura norteamericana y en la industria del séptimo arte.
Fuera del plató, el ídolo de Tal como éramos, Todos los hombres del presidente, Los tres días del cóndor y El golpe se había convertido entonces en un disruptor. Redford odiaba el enfoque hollywoodense que, en su opinión, tendía a “trivializar el cine”. Quería que sus películas tuvieran siempre un “peso cultural”, tratando a menudo temas complejos como el duelo o la corrupción en la política, hechos accesibles e intensos para el público gracias a su inmenso carisma.
A los 40, Robert Redford se dedicó a la dirección. Ya había ganado un Óscar por su primer largometraje, Gente corriente (1980), sobre la desintegración de una familia de clase media-alta tras la muerte de un hijo. Gente corriente ganó tres Óscar más, incluyendo el de Mejor Película, pero quizás su mayor impacto fue como pionero y promotor del cine independiente.
En 1981, fundó el Instituto Sundance, una organización sin fines de lucro dedicada a cultivar nuevas voces cinematográficas. Tres años después, se hizo cargo de un festival de cine en Utah que se encontraba en dificultades, que luego rebautizó con el nombre del instituto. Así nació el Festival Sundance, un ícono de la cultura cinematográfica mundial. En el 2002, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas le concedió un “Óscar honorífico”, por su trayectoria.
Un hombre de talento, encanto y fortuna
Nacido en Santa Mónica, California, hijo de Marta W. Hart, ama de casa, y de Charles Robert, lechero de origen irlandés, Redford vio morir a su madre con tan solo 41 años, por lo que abandonó sus estudios en 1956 y se fue a Italia y Francia para dedicarse al arte.
“Era la Gran Depresión, había poco dinero y mis padres lo habían perdido todo. Se habían mudado de Chicago a California para vivir en una caravana. Un par de amigos de mis padres, compadeciéndose del creciente vientre de mi madre, aceptaron alojarnos en su bungalow”, recordó el mismo Redford.
Con cabello pelirrojo irlandés y una cara arrugada desde muy joven, Redford era perfecto en todos los papeles (excepto quizás el de villano). Él mejor encarnaba al héroe positivo y romántico, el que toda madre estadounidense querría como yerno.
En 1958, después de algunos papeles en series de televisión (Los intocables, Perry Mason, Alfred Hitchcock presenta y La dimensión desconocida), hizo su debut en la pantalla grande con WAR HUNT, que también protagonizó Sydney Pollack, quien más tarde, como director, lo convirtió en su actor insignia.
Ganó el Globo de Oro al Mejor Actor Revelación en 1966 por su papel como el productor bisexual casado con Natalie Wood en El extraño mundo de Daisy Clover. Después llegó el western Hunt, de Arthur Penn, donde actuó con Jane Fonda y Marlon Brando. Más tarde, en 1969, con Paul Newman, apareció de nuevo en un western de culto dirigido por George Roy Hill como Butch Cassidy. Luego participó en otra película de culto, en 1973, The Sting, que mereció unos siete premios Óscar.
Su cinematografía es vasta e incluye The Way We Were de Pollack (con Barbara Streisand), El Gran Gatsby en la película de Jack Clayton de 1974, Todos los hombres del Presidente, con otro actor de culto, Dustin Hoffman, entre otros.
Su exitoso debut como director llegó en 1980 con Gente Común, por la que ganó el Óscar al Mejor Director. Al año siguiente, se hizo con el control del Festival de Cine de Sundance, convirtiéndolo en el principal escaparate mundial del cine independiente estadounidense. En 2007, dirigió de nuevo a Meryl Streep en Leones Por Corderos, y dos años después produjo Diarios de motocicleta.
Las declaraciones del actor y director en 2006 bastan para demostrar su compromiso político y su alma apasionada: “Cada generación tiene la oportunidad de convertirse en líder de su tiempo. Me entristece ver que la mía es tan corrupta que no ha aprovechado esta oportunidad, que también es nuestro deber para con la juventud actual: deberíamos dejar algo bueno en lugar de un mundo en descomposición”, señaló Redford.
Fuente: @ansa.it