
El Museo del Louvre, en París, recibe nuevamente la visita del público, luego del escandaloso robo de las joyas que forman parte del patrimonio nacional de Francia. Mientras avanzan las investigaciones, la directora fue llamada a declarar ante el Senado. En las calles y en las redes aumenta la indignación ciudadana, con innumerables críticas al ya cuestionado gobierno de Emmanuel Macron.
En la mañana del miércoles, el Louvre reabrió sus puertas al público, tres días después del robo cinematográfico de nueve joyas de la antigua monarquía francesa, valoradas en aproximadamente 88 millones de euros. Sin embargo, a pesar de la reapertura, partes del museo más visitado del mundo, incluida la Galería Apolo, escenario del crimen, permanecen cerradas al público.
El robo ocurrió el domingo, cuando cuatro ladrones utilizaron una escalera mecánica sujeta a un camión para entrar al museo por la primera planta. Los delincuentes rompieron dos vitrinas que exhibían joyas de la época napoleónica, robaron nueve piezas y huyeron en una motocicleta, en una acción que duró menos de 10 minutos.




Tras el crimen, que puso en cuestionamiento el sistema de resguardo del patrimonio nacional de Francia, decenas de visitantes vuelven a esperar en fila bajo fuertes medidas de seguridad para ingresar al museo, mientras la policía continuaba la búsqueda de los ladrones.
Según la lista oficial publicada por el Ministerio de Cultura de Francia, son ocho los objetos de inestimable valor patrimonial robados en el Louvre. Se trata de una tiara del ajuar de las reinas María Amelia y Hortensia; un collar del ajuar de zafiros de las reinas María Amelia y Hortensia; pendientes con dos piedras del ajuar de zafiros de las reinas María Amelia y Hortensia; un collar de esmeraldas del ajuar de María Luisa; un par de pendientes de esmeraldas del ajuar de María Luisa.
A esto se suma un broche conocido como «broche reliquia»; una tiara de la emperatriz Eugenia; y una gran joya de corsé de la emperatriz Eugenia. De estos objetos robados, solo la tiara de la emperatriz Eugenia fue encontrada, inmediatamente después del crimen. Se trata de una corona perteneciente a la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III, con 1400 diamantes y esmeraldas. Una empleada del Louvre la encontró fuera del edificio, muy dañada.
“La investigación continúa”, aseguró el ministro del Interior francés, Laurent Núñez, en medio de interrogantes sobre las medidas de seguridad del Louvre, cuya directora y presidenta, Laurence des Cars, se espera que declare sobre el incidente ante la Comisión de Cultura del Senado.
La caza continúa ante una marea de crítica
Mientras la población francesa cuestiona duramente el vulnerable protocolo de seguridad del Museo de Louvre, la policía continúa la caza de los cuatro ladrones de joyas, cuyo valor es «inestimable» –dicen los expertor-, aunque el museo lo tasó en 88 millones de euros. Una cifra «extremadamente espectacular», como la definió la procuradora de París, Laure Beccuau, pero que «no es ni siquiera comparable con el daño histórico», dijo.
Beccuau promete que los ladrones «no saldrán ganando», pero por ahora no hay rastro de ellos, que probablemente son extranjeros y están vinculados a la gran criminalidad. Se movilizaron 60 policías y gendarmes para dar caza a los fugitivos en todo el territorio francés, en una carrera contra el tiempo, ya que cuanto más pasan los días, menos probable se considera recuperar las valiosas joyas intactas.
En el ámbito político y en medio de la polémica que no cesa sobre la seguridad de los museos franceses, Le Figaro reveló que la presidenta del museo, Laurence des Cars, muy afectada tras el golpe de la banda con chalecos amarillos el domingo por la mañana, había presentado su dimisión.
El presidente francés, Emmanuel Macron, su gran defensor, que le confió también el futuro proyecto del «Grand Louvre», se la rechazado, instándola a «aguantar». Por su parte, Rachida Dati, ministra de Cultura, tampoco cede ante las críticas y en la Asamblea Nacional ha repetido que las alarmas del Louvre se activaron, negando cualquier «disfunción» en el sistema de protección.
La dirección del Louvre también desmintió de manera contundente las informaciones de la revista satírica Le Canard Enchainé, que afirmaba que las vitrinas en las que estaban expuestas las joyas eran menos robustas que las de hace varios años, capaces de «desaparecer» dentro de una caja fuerte ante la primera alerta.
Según los responsables del museo, es todo lo contrario: los sistemas antiguos eran «obsoletos» y ponían incluso en peligro las joyas con sus mecanismos.
Con los nuevos sistemas, hay «todas las garantías necesarias», añadieron. En cuanto a las investigaciones, los fuerzas de seguridad tienen en su poder el chaleco amarillo abandonado en la huida de uno de los ladrones, sobre el cual habría rastros de ADN, y el montacargas, cuya procedencia parece haber sido rastreada: fue robado unos días antes en una periferia de París al propietario que lo había puesto a la venta en una plataforma de comercio entre particulares.
El robo es investigando a fondo, aunque todavía no se divulgó nada sobre los cuatro ladrones que ingresaron por una ventana del primer piso luego de haber subido desde el exterior gracias a un montacargas.
Sobre el vehículo, que llevó a los ladrones sin ser molestados hasta el primer piso y a la ventana de la Galería de Apolo, la policía encontró huellas y rastros de los últimos usuarios, quienes, de hecho, intentaron en vano incendiarlo antes de escapar. No se dejó nada al azar, y los responsables del Louvre, así como las autoridades de Estado en Francia se encuentran bajo una gran presión, entre acusaciones y recriminaciones.
El modus operandi
En el museo más grande del mundo, el Louvre, los ladrones ingresaron utilizando una camioneta equipada con un montacargas. No llamaron la atención de inmediato porque operaban cerca de una obra que lleva meses obstruyendo el tráfico con camiones, grúas y furgonetas. Así llegaron hasta el primer piso de la Galería Apolo, la más rica en joyas: coronas engastadas con 1.300 diamantes, tiaras de emperatrices cargadas de esmeraldas, objetos de «valor inestimable».
Elos ladrones eran cuatro, dos llegaron en la furgoneta y dos en potentes scooters, vestidos con chalecos amarillos como si fueran obreros de la construcción. Tras una operación cronometrada (de siete minutos en total), escaparon, llevándose ocho joyas. Cinco agentes del Museo presentes en la sala y los espacios adyacentes intervinieron de inmediato para implementar el protocolo de seguridad, estableciendo contacto con las fuerzas del orden y protegiendo primeramente a las personas.
Los bandidos se vieron obligados a huir y abandonaron el equipo y algunos objetos. Entre las joyas, perdieron en el camino la preciosa corona de la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III, que resultó dañada en la accidentada corrida.
Fuente y fotos: @ansa.it