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El Congreso de Perú destituyó a la presidenta Dina Boluarte poco después de la medianoche del viernes, poniendo fin a una gestión marcada por protestas sociales, investigaciones por corrupción y un incremento descontrolado de la criminalidad. Su salida del gobierno se suma a una larga lista de inestabilidad política en Perú, que ha tenido siete presidentes en los últimos nueve años. El presidente del Congreso ya juramentó como presidente interino, prometiendo enfrentar la ola de violencia que golpea al país.

La moción de la destitución de Boluarte se fundamentó en su «incapacidad moral permanente» El proceso había iniciado en la noche del jueves 9 de octubre y avanzó con rapidez, con respaldo de sectores de todo el espectro político, incluso de partidos que anteriormente la apoyaban.

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La expresidenta había sido convocada a presentarse ante el Congreso a las 11:30 de la noche, pero no asistió. Minutos después, se procedió a la votación que resultó contundente: 122 congresistas apoyaron su destitución, según el conteo oficial. En las afueras del Congreso, en Lima, decenas de personas celebraron la destitución. «Abajo Dina», se leía en uno de los carteles.

«La presidenta y su gabinete han maltratado al país. La extorsión y el crimen han aumentado ha ido en aumento, merece un castigo», declaró la congresista Norma Yarrow, del partido derechista Renovación Popular.

Dina Boluarte, de 63 años, también Boluarte había llegado al poder en medio de una crisis. Fue en diciembre de 2022 tras la destitución de Pedro Castillo, cuando una violenta represión de protestas dejó al menos 50 muertos.

Sin embargo, su mandato fue impopular desde el inicio. Estuvo marcado por constantes manifestaciones, intentos de vacancia y una serie de escándalos e investigaciones. Entre ellos destaca el llamado «Rolexgate», por las joyas y relojes de lujo que evitó declarar, y por el autoaumento de sueldo que se otorgó en julio de este año.

Las protestas se incrementaron en las últimas semanas, contra una ley aprobada el 5 de septiembre que obliga a los jóvenes a aportar a fondos privados de pensión, pese a la alta informalidad laboral que supera el 70%. Además, el país enfrenta una ola sin precedentes de violencia vinculada a redes de extorsión y crímenes perpetrados por el crimen organizado que se incrementan fuera del control de las fuerzas de seguridad.

Tras conocer su destitución, la expresidenta del Perú publicó un video en el que defendió su gestión. «En todo momento llamé a la unidad… No pensé en mí, sino en los más de 34 millones de peruanos», afirmó.

Lo cierto es que Boluarte se convirtió en la tercera presidenta destituida por el Congreso en los últimos nueve años. En ese mismo período, otros dos mandatarios renunciaron antes de ser destituidos, y solo uno logró completar un mandato interino. Su abogado, Juan Carlos Portugal, señaló que la destitución atentó contra el debido proceso: “no se le dio tiempo para preparar su defensa”, dijo. Pero indudablemente, Boluarte ya no contaba con la adhesión necesaria.

“El peligro está en las calles”

José Jeri, con 38 años de edad, asumió la presidencia de la República, comprometiéndose a liderar un gobierno de transición hasta las elecciones programadas para abril de 2026. «El principal enemigo está afuera, en las calles: las bandas criminales, los grupos delictivos… debemos declararles la guerra», señaló.

Jeri, miembro del partido derechista democristiano “Somos Perú”, enfatizó el carácter temporal y excepcional de su mandato e instó a todas las fuerzas políticas y sociales a “construir un consenso para abordar la crisis que atraviesa el país”. Ahora queda ver si Perú logra encaminarse hacia la gobernabilidad, dejando atrás la inestabilidad política que viene sacudiendo el país en los últimos años.

Fuente: @ansa.it @ansalatina