
El juez de la Corte Suprema de Brasil, Alexandre de Moraes, dictaminó que solo los abogados de Jair Bolsonaro podrán visitar al expresidente. Se le prohibió el uso de teléfonos, fotos y vídeos y sus hijos solo podrán visitarlo con autorización judicial. El arresto provoca críticas desde Estados Unidos, mientras que en Brasil sus seguidores inundan las calles en señal de protesta.
Las medidas contra el expresidente brasileño fueron impuestas desde la noche del lunes, por violar medidas cautelares previas. El juez Alexandre de Moraes ordenó el aislamiento del expresidente, y sus Flávio, Carlos y Renan Bolsonaro deberán solicitar permiso al máximo órgano judicial del país sudamericano para visitar a su padre.
Además, a todos los visitantes autorizados «se les prohíbe expresamente usar teléfonos celulares, tomar fotos o grabar imágenes» con Bolsonaro, escribió De Moraes en su orden, y agregó que «la justicia no es insensata, ni mucho menos ciega, y no se puede permitir que la investigación de hechos tan graves —como los ocurridos en Brasil entre 2022 y 2023— sea distorsionada por narrativas artificiales estratégicamente diseñadas con el objetivo de manipular la opinión pública y deslegitimar las instituciones brasileñas».

Las palabras hacen alusión a la posición manifiesta de Estados Unidos, que criticó la decisión del juez de poner a Bolsonaro bajo arresto domiciliario en una publicación de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado estadounidense, en las redes sociales.

«El juez (Alexandre de) Moraes, ahora sancionado por Estados Unidos como violador de derechos humanos, continúa utilizando las instituciones brasileñas para silenciar a la oposición y amenazar la democracia«, decía el mensaje.
«Imponer más restricciones a la capacidad de Jair Bolsonaro para defenderse en público no es un servicio público. ¡Que Bolsonaro hable! Estados Unidos condena la orden de Moraes de poner a Bolsonaro bajo arresto domiciliario y exigirá responsabilidades a todos aquellos que colaboren e instiguen esta conducta», concluía el comunicado.
Solo con su esposa, Michelle Bolsonaro, podrá tener contacto el expresidente, ya que vive en la misma casa, en Brasilia. Apenas una horas antes de que su esposo fuera puesto bajo arresto domiciliario, ella había descartado categóricamente cualquier posibilidad de presentarse a las elecciones presidenciales de Brasil del próximo año.
El 4 de agosto, al conocerse las noticias del apresamiento, simpatizantes de Bolsonaro inundaron Brasilia, marchando por las avenidas y haciendo sonar las bocinas, en protesta por el arresto domiciliario del expresidente.
Los manifestantes se congregaron frente al edificio de apartamentos donde el exlíder derechista cumple su condena, en el barrio Jardim Botânico de la capital. «¡Brasil se detendrá!», corearon algunos manifestantes, envueltos en banderas brasileñas y estadounidenses.
Por el momento, la policía militar del Distrito Federal ha intensificado las patrullas en la zona central de la capital y ha bloqueado la carretera que conduce a la Explanada de los Ministerios, a 13 kilómetros de distancia, para impedir que el grupo llegue al Tribunal Supremo. «Estamos oficialmente en una dictadura», declaró ante una cadena de televisión el senador Flavio Bolsonaro, hijo mayor del expresidente, y añadió que es «poco probable que no haya una reacción» de Washington. «Brasil ya no es una democracia», reiteró su hermano y congresista Eduardo Bolsonaro desde Estados Unidos.
Una decisión que divide a Brasil

Un estudio realizado por la encuestadora Quaest en las horas posteriores a la orden registró 1,2 millones de menciones, de las cuales una proporción ligeramente mayor, el 53 %, se encontraba expectante y en apoyo a detención, mientras que el 47 % se opuso.
Además, la reacción estuvo marcada por una fuerte polarización, ya que los críticos del exjefe de Estado lanzaron hashtags como «Gran día» y «Bolsonaro arrestado», y las publicaciones se convirtieron rápidamente en tendencia en X.
Por otro lado, buena parte de la población se movilizó rápidamente en defensa de Bolsonaro levantando acusaciones de persecución y abuso, además de destacar que el juez Moraes intentaba desviar la atención de las noticias recientes sobre una investigación que lo implica directamente.
El futuro de la cooperación en riesgo

La crisis diplomática abierta entre Brasil y Estados Unidos corre el riesgo de comprometer la histórica colaboración entre las fuerzas armadas de los dos países. Este es el temor expresado por los líderes militares brasileños después de que funcionarios de Defensa de Estados Unidos cancelaran las reuniones programadas para julio y agosto, durante las cuales se habría discutido la expansión del programa de Ventas Militares al Extranjero.
La decisión surge tras el anuncio de un arancel del 50% a las exportaciones brasileñas y la aplicación de la Ley Magnitsky contra el juez de la Corte Suprema Alexandre de Moraes, acusado por Washington de censura y persecución al expresidente Jair Bolsonaro, quien está siendo juzgado por “intento de golpe de Estado”.
Según una investigación de Carta Capital, crece la preocupación entre los líderes militares brasileños por posibles sanciones militares estadounidenses que podrían obstaculizar el acceso a tecnologías estratégicas, como ya ocurre con países como Irán, China y Rusia.
Durante una reunión con el presidente Lula, los comandantes de las fuerzas armadas instaron a una actitud más pragmática hacia Trump, advirtiendo que una ruptura con Washington podría comprometer la seguridad nacional.
Fuente: @ansa.it